LEYENDAS

LA LEYENDA DE LOS LÍPIDOS: 

UNA HISTORIA DE ALBOROTO Y POLICÍAS EN CLAVE DE HUMOR



Érase una vez un pequeño pueblo llamado Cuerpolandia, donde los lípidos eran los protagonistas de una épica batalla entre el bien y el mal. En este pueblo, el Corazón era el centro neurálgico, el lugar donde todas las carreteras (arterias) convergían. Pero, como en todo buen pueblo, había alborotadores y policías. 


Los Alborotadores: Colesterol y sus Cómplices

El jefe de los alborotadores era Colesterol, un tipo malencarado que siempre andaba causando problemas. Su mejor amigo y cómplice era Triglicérido, un gordito travieso que adoraba bloquear las carreteras con sus barrigas. Juntos, deambulaban por las calles de Cuerpolandia, causando caos y taponando las arterias. Su objetivo principal: interrumpir el funcionamiento del Corazón el alcalde del pueblo.


               


La Policía: HDL y LDL

Pero no todo estaba perdido, porque Cuerpolandia contaba con su propia fuerza policial. Por un lado, estaba HDL, el buen policía, un héroe sin capa que patrullaba las calles arrestando a los alborotadores y llevándolos a la cárcel (el hígado). Una vez allí, el hígado los expulsaba del pueblo a través del sistema de drenaje (sí, el baño). ¡Un trabajo sucio, pero alguien tenía que hacerlo!


                               

Por otro lado, estaba LDL, el policía malo. Este tipo era un traidor. En lugar de mantener el orden, liberaba a los alborotadores de la cárcel y los devolvía a las calles. ¡Un verdadero caos! Cuando LDL superaba en número a HDL, el pueblo se convertía en un desastre: las carreteras se bloqueaban, el Corazón sufría, y los ciudadanos (las células) empezaban a quejarse.


La Solución: ¡A Caminar se ha Dicho!

¿Cómo podía Cuerpolandia recuperar la paz? La respuesta era simple: ¡CAMINAR! Cada paso que daban los ciudadanos aumentaba el número de policías buenos (HDL) y reducía a los alborotadores (Colesterol, Triglicéridos y LDL). Con el tiempo, las calles se despejaban, el Corazón volvía a latir feliz, y el pueblo recuperaba su vitalidad.


El Menú de la Paz

Para mantener a raya a los alborotadores, los ciudadanos de Cuerpolandia seguían una dieta estricta:

- Minimizaban: Sal, azúcar, harina blanqueada, productos lácteos y procesados (básicamente, todo lo rico pero peligroso).

- Comían más: Verduras, legumbres, frijoles, nueces, huevos, aceites prensados en frío y frutas (sí, lo sano puede ser sabroso).


Consejos para una Vida Feliz en Cuerpolandia

1. Olvida: Tu edad, tu pasado y tus quejas (nadie quiere un vecino amargado).

2. Aprecia: A tu familia, tus amigos, tus pensamientos positivos y un hogar limpio (porque el desorden atrae a los alborotadores).

3. Adopta: Sonreír/reír siempre, hacer actividad física a tu ritmo y controlar tu peso (sin obsesiones, claro).


Los Seis Mandamientos de Cuerpolandia

1. Bebe agua antes de tener sed.

2. Descansa antes de estar cansado.

3. Hazte exámenes médicos antes de enfermar.

4. Confía en Dios sin esperar milagros.

5. Nunca pierdas la confianza en ti mismo.

6. Mantente positivo y espera un mañana mejor (aunque hoy te toque comer brócoli).


Moraleja

Así que, querido ciudadano/dana de Cuerpolandia, recuerda: ¡CAMINA, CAMINA Y CAMINA! Con cada paso, estarás ayudando a HDL a mantener el orden, protegiendo a tu Corazón y asegurando un futuro saludable para tu pueblo. Y si algún día te sientes tentado por un donut o una hamburguesa, piensa en Colesterol y sus travesuras. ¡Tu cuerpo te lo agradecerá.


Janfry Blogart



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LA LEYENDA DEL BASUKAOOS




En un tiempo no tan lejano, en un rincón olvidado del cosmos, se escribió una historia que marcaría el destino del planeta. Una era oscura que amenazó con convertir la vida en una sombra de lo que fue. Pero, como toda gran amenaza, también traería consigo la oportunidad de redención.


Los Webook, Protectores del Equilibrio

En medio de esta penumbra estaban los Webook, criaturas bondadosas y sabias que habitaban los bosques, montañas y ríos. Los Webook eran guardianes de la naturaleza, expertos en la reutilización de materiales y en la restauración de objetos olvidados. Pero su verdadera magia residía en su capacidad para activar los superpoderes ocultos en las mochilas de los deseos de los jóvenes.

Cada joven lleva una mochila invisible, cargada de sueños y habilidades que ni ellos mismos saben que poseen. Los Webook utilizan un regaliz especial, cuya receta ha sido transmitida a lo largo de generaciones. Al compartir este dulce con los jóvenes, desataban en ellos una chispa de creatividad, valentía y empatía, ayudándolos a enfrentarse a sus miedos y abrazar sus sueños.


La Profecía

La leyenda hablaba de los Webook como los salvadores del planeta. Decía que, en la hora más oscura, ellos serían la clave para restaurar el equilibrio. Sin embargo, no lo harían solos. La profecía también mencionaba que los jóvenes conocedores de la leyenda liderarían la lucha. Lo que no sabían las criaturas Webook era de qué tendrían que salvar al planeta, y esto los tenía muy contrariados.


El Surgimiento de los Excrementos del Diablo

Todo comenzó con la siniestra organización Anémona, un grupo de hackers con habilidades tan extraordinarias como cuestionables. Habiéndose apoderado de plataformas petrolíferas abandonadas en los distintos océanos, decidieron convertir estos colosos de acero en la base de sus operaciones. Desde allí, con sus oscuros algoritmos y estrategias, fuera de la jurisdicción de los gobiernos, comenzaron a extorsionar a cualquiera que pudiera pagar su precio, hackeando sus sistemas informáticos.

Además, utilizaron las vacías grutas abisales de cada plataforma para verter toneladas de residuos tóxicos que gobiernos y empresas corruptas pagaban para liberar su infecta basura en las entrañas de la tierra, bajo sus plataformas. Estos vertidos dieron origen a criaturas que nadie había previsto: los temidos Basurones o Excrementos del Diablo. Estas criaturas, alimentadas por los desechos, contaminaron los mares, devorando todo signo de vida y destruyendo todo cuanto tocaban, influyendo incluso en las emociones y sentimientos de quienes se encontraban cerca. La humanidad llamó a este tiempo el BasuKaoos: el caos de la basura.


El Enfrentamiento con la Siniestra Organización Anémona

Las Webook descubrieron entonces que tendrían que salvar al mundo de la siniestra manipulación que la organización Anémona estaba haciendo de los desechos tóxicos. Pero ¿cómo hacerlo? Una vez reunidos, consideraron que debían utilizar las mismas herramientas que Anémona, esto es, las nuevas tecnologías, pero al servicio del bien.

Utilizando sus ingeniosos sistemas de teletransportación, sus reconocidos regalices de motivación y sus extraordinarios equipos de procesadores cuánticos, se pusieron manos a la obra. Guiados por una estrategia que recordaba los juegos de Ender, los jóvenes y las criaturas Webook se enfrentaron a los Basurones. Iniciaron su estrategia creando burbujas osciloscópicas que rodeaban cada una de las plataformas petrolíferas, anulando todas sus comunicaciones. Esto dejó a los barcos que iban a descargar sus desechos tóxicos sin referencias de ubicación, obligándolos a regresar a sus propios países.

Los piratas informáticos, con sus sistemas de comunicación invalidados, no podían extorsionar a nadie. Cada ataque era calculado, cada movimiento una coreografía donde la creatividad y el coraje de los jóvenes se mezclaban con la tecnología y la estrategia natural de las criaturas Webook. Como dijo Yeray el Maestro Webook, y jefe de una de las Estirpes: “La naturaleza siempre encuentra su equilibrio, pero necesita manos que la guíen y corazones que la amen”.

La valentía de los jóvenes resonó como un eco en la oscuridad, demostrando que incluso una pequeña chispa puede iluminar un universo entero. Los jóvenes aprendieron que proteger la naturaleza no es solo una tarea; es un privilegio, un deber sagrado. “No heredamos la Tierra de nuestros antepasados; la tomamos prestada de nuestros hijos”, recordó uno de ellos, evocando palabras de sabiduría ancestral.

Después de un tiempo, las plataformas fueron reconquistadas una a una, y las grutas, purificadas con el trabajo de los jóvenes y los poderes de los Webook


El Renacer del Planeta

Con la organización Anémona derrotada, los Webook lideraron una nueva era de esperanza. Enseñaron a la humanidad a cuidar de su planeta, a valorar los recursos y a fomentar la creatividad y el respeto. Los jóvenes, inspirados por sus aventuras, se convirtieron en los nuevos guardianes de la Tierra, asegurándose de que el caos nunca regresara.

Así, la leyenda del BasuKaoos se convirtió en una historia de advertencia y redención, recordando a todos que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz capaz de guiarnos hacia un nuevo amanecer.



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LA LEYENDA DE LOS CÍBORGS

Una Leyenda sobre la Belleza de las Diferencias

(Jardines de Ondarreta, en la ciudad de San Sebastián)



En el corazón de San Sebastián, donde el mar besa la arena y el viento susurra entre las plantas y los árboles, muy cercano a la playa de Ondarreta, y a las esculturas que peinan el viento, del «Maestro» Chillida, existe un lugar mágico: el jardín de los árboles misteriosos.  Su protagonista principal es el Tamariz. Los tamarices, arbustos antiguos y sabios que guardan secretos en sus troncos retorcidos.  


Hace muchos años, estos arbustos (para unos) y árboles (para otros) jóvenes y orgullosos, con ramas perfectas y hojas brillantes, empezaron a resquebrajarse y retorcerse, algo que hizo que algunos de los otros tipo de árboles y plantas como, encinas, drácenas, palmeras, caléndulas, pensamientos y prímulas…los llamaran con desprecio «los tronchados» porque, una parte de su tronco se curvaban de forma extraña, amenazando con romperse. Esos  árboles y plantas que se burlaban de ellos decían:  


—¡Mira ese feo matorral! Parece un tronco torcido —decían unas.  

—¿Para qué sirve un arbusto que ni siquiera puede sostenerse solo? —reían otros.  


Los «tronchados» sufrían en silencio, hasta que un día, un jardinero sensible, Pierre Ducasse, que sabía del acoso que otras especies hacían a los Tamarices, llegó con una increíble solución. Con cuidado, colocó gruesos tornillos de metal en sus troncos, uniendo las partes débiles. Los otros árboles rieron aún más:  


—¡Ahora son arbustos cíborg! ¡Parecen monstruos!  


Un aciago día, una tormenta feroz azotó el parque, muchas plantas y árboles «perfectos» cayeron... pero los Tronchados resistieron. Sus heridas, reforzadas con los injertos, los habían hecho más fuertes sus ramas, ahora firmes, los protegieron  y sus hojas les resguardaron de la tormenta.  

Fue entonces cuando las plantas y otros árboles  entendieron: aquellos tornillos no eran señales de debilidad, sino de supervivencia. Cada uno, con el tiempo, también necesitó sus propios tornillos: algunos para sostener ramas rotas, otros para sanar grietas ocultas. Y así, el bosque entero aprendió que lo que al principio parecía «defecto», en realidad era lo que los hacía únicos y resistentes.  


La lección del Bosque de los Injertos


Hoy, si caminas por Ondarreta y ves esos tornillos ya herrumbrosos por el paso de los años y el salitre, recuerda:  

  • Nadie es «raro» por ser diferente». Las «costuras» que llevamos (físicas o emocionales) son pruebas de que hemos crecido.  
  • Si ves algún compañero acosado ¡defiéndelo! Y busca el tornillo de supervivencia que necesita en ese momento.


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